El ultrasonido obstétrico utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para producir imágenes de un bebé (embrión o feto) que está dentro de una mujer embarazada, como así también del útero y los ovarios de la madre. No utiliza radiación ionizante (como la de los Rx ), no tiene efectos nocivos conocidos, y es el método preferido para la vigilancia de las mujeres embarazadas y sus bebés que aún no han nacido. Un estudio de ultrasonido Doppler (una técnica que evalúa el flujo de sangre en el cordón umbilical, en el feto o en la placenta) podría formar parte de este examen.
El ultrasonido obstétrico no puede identificar todas las anormalidades del feto hasta en un 30% de las veces, está limitado por la posición del feto y la edad gestacional en el momento del examen, además del grado de obesidad materna y cantidad de líquido amniótico.
Por ende, cuando existen sospechas de una posible anormalidad a nivel clínico o de laboratorio, una mujer embarazada puede tener que someterse a pruebas no radiológicas tales como amniocentesis (la evaluación del fluido extraído del saco que rodea al bebé) o a un muestreo de la vellosidad coriónica (evaluación del tejido de la placenta)
¿Cuándo está indicada?
El número de ecografías a realizar para el control de un embarazo dependerá de varios factores, especialmente del hecho de que el embarazo sea de bajo riesgo o de alto riesgo obstétrico. Tu ginecólogo será quién te va a indicar cuántas ecografías serán necesarias y en qué momento deben realizarse.
En general, el control ecográfico de un embarazo de evolución normal implica: